11 de marzo de 2011

El Agateador común

El Agateador común Certhia brachydactyla, es otra de las aves que vi por las cercanías de las cascadas del río Buanga el pasado martes; es muy entretenido y se pasa un buen rato viendo sus evoluciones sobre la corteza de los árboles. Aunque ocasionalmente se le puede ver en rocas y muros, según las guías, yo siempre lo he visto en la corteza de los árboles y mayoritariamente en los que ya tienen un puñado de años.
Para diferenciarlo del Agateador norteño Certhia familiaris lo mejor es el canto, de no ser así, se habla de que las diferencias son tan pequeñas que se han de observar pájaro en mano; simplemente he optado por contemplar las fotos y decidir un poco en función del hábitat, en cualquier caso, las costumbres  y el comportamiento son similares.

A diferencia del Trepador azul Sitta europea que tiene unos potentes pies y garras que le permiten descender un árbol cabeza abajo, el Agateador se apoya en la cola para trepar por el árbol; garras largas y afiladas, los tubos corneos rígidos de la cola y el pico son las herramientas que utiliza con suma eficacia para subir y agarrarse por la corteza. Sube desde la base en una espiral irregular alrededor del tronco; cuando llega a lo más alto vuela, como dejándose caer, para comenzar de nuevo en un árbol próximo.
Entre las fisuras y corteza de los árboles busca insectos y arañas que son la base de su alimentación.


Por su color y pequeño tamaño , queda perfectamente mimetizado en la corteza de los árboles, no resulta fácil de ver a no ser que se le busque; cuando se le quiere fotografiar, tiene la fea costumbre de ocultarse detrás del árbol ;)
 

2 comentarios:

  1. Es un ave que encuentro particularmente inquietante, aunque me atrae. Creo que es por esa postura siniestra que adopta a veces. Me recuerda algunas escenas del Drácula de Coppola, a esa capacidadad del conde de reptar por los muros... Y que conste que me encantan los vampiros.

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  2. Yo creo que es de los pocos "trepas" de los que uno se puede fiar ;) Ya quisiera que yo que los vampiros económicos, fuesen tan agradables y simpáticos. Los de ficción son unos santos Salomé.
    Un abrazo

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