Una Gaviota patiamarilla, de primer invierno, hace llamadas insistentes desde un islote, le
hago unas fotografías e inmediatamente me dedico a unos negrones que se
acercaban; pasaron de largo y volví a fijar la atención sobre el islote, había
llegado al lugar otra Gaviota patiamarilla Larus
michahellis.
No era una escena para un veintitrés
de noviembre, comencé a tirar fotografías; aunque en esta entrada hay muchas
fotografías, he dejado cincuentaicinco más, de archivo. Con cierta incredulidad
por lo que veía, no estaba dispuesto a perder detalle, en ese momento no tenía
idea de que especie se trataba.
Posteriormente, tirando de
guías y con el recurso recurrente de fenixavisunica
que me saca de dudas o busca información, llegué a la conclusión de que se
trataba de patiamarillas.
La acción y la estrategia
de la gaviota juvenil se ve perfectamente en las fotografías, solo diré para
los despistados que, en un momento determinado consigue prensar la base del
pico y hacer que la gaviota adulta regurgite la comida.
Desgraciadamente se colocan de espaldas, tengo la impresión de que el pedazo grande de comida, lo volvió a tragar la adulta y me pareció un poco contrariada, con la brillante estrategia de robarle lo que tenía en el buche.
Cuando la juvenil insiste
en la jugada, sale por alas.
El estímulo interesado que
ejerce la gaviota juvenil, parece más determinado por el aprendizaje que, por la genética.
Interesantísimo, la etología siempre se ha interesado por ese punto rojo en el pico adulto que toda gaviota juvenil gorrona sabe explotar.
ResponderEliminarSi sabe si, además de las posturitas, parece que se hace pequeña y todo. Saludos
EliminarIntuitivamente me inclino por la genética, pero como intuitiva que es, mi opinión no tiene ningún valor. En cualquier caso una secuencia que además de preciosa te hace pensar.. Un saludo.
ResponderEliminarSeguro que llevas razón, pero siempre me queda la duda si algunos individuos adquieren y explotan algunas "artes" Saludos
Eliminar