Hacía unas pocas horas
que una amiga me comentaba un documental, sobre la diversidad de vida
en una leñera. Supongo que el Lagarto ocelado Timon lepidus o
Lacerta lepida -creo que aun sigue en discusión el nombre
científico- también lo sabe y ha convertido a esta de las fotos, en
su territorio de caza.
Las fotografías están
tomadas por encima de los mil metros, en la vertiente sur de la
cordillera cantábrica, tierras de León. Aunque este lagarto tiene
una amplia distribución por la Península Ibérica, falta en las
zonas más húmedas de la cornisa cantábrica y en las áreas de alta
montaña.
El lagarto ocelado es
omnívoro, seguro que en la leñera tiene unas buenas provisiones de
grandes insectos, mariposas, arañas, caracoles, babosas, gusanos,
lagartijas y otros. Y en las cercanías no faltará algún pequeño
mamífero, huevos y pollos de aves, e incluso algún fruto dulce para
completar su alimentación.
Por ese colorido tan
vistoso, con los ocelos amarillentos bordeados de marrón y el fondo
verdoso; se ve que es un ejemplar joven. También por el tamaño,
este estaría por los treinta centímetros, incluida la cola que,
suele ser dos veces el tamaño del cuerpo; cuando son adultos, suelen
alcanzar los sesenta centímetros e incluso más, en algún lugar he
leído que, un ejemplar llegó a medir unos noventa centímetros.
Gracias a la inestimable
participación humana, como no podía ser de otra manera,
difícilmente se ven ya grandes ejemplares.
Mostraba una forma
curiosa de tomar el sol, en varias ocasiones le he visto levantando
las patas, su orientación variaba con la hora del día, con
tendencia a estar frente al sol.
Cerca de la leñera se
encontraba la madriguera, allí pasaba las horas centrales del día,
se prodigaba más con el sol de la mañana o del atardecer. Supongo
que será el lugar donde hiberna y por el clima de la zona, lo hará
con toda probabilidad, desde octubre a primeros de abril.
Es cauto, sin duda tiene
muchos enemigos, es un bocado suculento para un buen número de
depredadores y el juego consiste, en comer y no ser comido.
Tiene algunos de los
mecanismos para librarse de los predadores, la automutilación de la
cola, la velocidad y lo buen trepador que es; no fui capaz de
fotografiarlo correteando por un muro vertical, no es de extrañar
que trepe a los árboles con facilidad y rapidez. Puede adoptar, si
se ve acorralado, por erguir la cabeza, abrir la boca y emitir un
resoplido para intimidar; en último caso muerde con fuerza a los
atacantes y suelta mal.
Entre otros bichos, puedo
decir que es el responsable de que el pasado fin de semana, lo haya
pasado estupendamente; espero tener la oportunidad de ver de nuevo
sus andanzas y que se convierta en un gran ejemplar.
Para saber más:
Magnífico reportaje a este precioso reptil, desgraciadamente,cada vez más escaso.
ResponderEliminarSaludos
Me alegra que te haya gustado. Gracias y saludos
EliminarQue post mas guapo...pedazo fotos y texto....enhorabuena amigo.....me encantan estos bichos!
ResponderEliminarMe alegra que te guste, de cuando en cuando estudio un poco y lo cuento. Gracies y saludos
EliminarMe encanta. He tenido la suerte de verlos varias veces. Son una preciosidad. Curiosa la forma de tomar el sol, jaja. Saludos!
ResponderEliminarHe de confesar que es mi primera vez para esta especie de lagarto. En cuanto a lo de tomar el sol es muy curioso el dato que da @cmlchao "Los lagartos ocelados prolongan su exposición al sol hasta que alcanzan una temperatura de 34ºC." Saludos y gracias
EliminarExcelente reportaje y no menos interesante texto , tienes alma de naturalista, hace muchos años lei un buen libro, naturalistas curiosos ,creo recordar que de Nikolaaas Tinbergen ,( premio nobel de etologia ) donde la conducta de observación y didáctica de tus textos es similar.
ResponderEliminarBuen trabajo compañero
Esa es mi afición desde que era un crío, creo que la podré desarrollar si un día me llega el júbilo. Gracias por la motivación compañero. Espero que se resuelva la cuestión física cuanto antes. Un abrazo
EliminarVenían a casa, tomaban el sol en el jardín, no les molestaba, ni ellos a mí, ni siquiera el gato les decía miau. Los lagartos ocelados, tan maravillosos. No eran de tamaño nada desdeñable. Echo en falta sus visitas en mi nueva vivienda, les enviaré una misiva anunciando el cambio, tarjetas de visita. Andan por Sierra Nevada, puerta con puerta, le deseo larga vida al vecino. Desconoce mi admiración. Me encantó, me encantan los lagartos ocelados, son bellísimos, disfruto cuando los veo por la sierra.
ResponderEliminarTodo un lujo tus vecinos, te deseo que los disfrutes mucho tiempo. Un abrazo.
EliminarEnhorabuena por ese grato encuentro, Miguel, magnífico reportaje. Me encantó el escribano cerillo de la anterior entrada. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Belén, me encanta que os guste. Un abrazo
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