A primeras horas de la mañana y a unos centenares de metros, de un pueblo cualquiera de montaña, pasta un grupo de Rebeco Rupicapra pyrenaica; ha pasado un invierno duro ramoneando en un bosque cercano, ahora que se han retirado las nieves en los valles y aun no hay ganado, se da un merecido festín. En el verano lo veremos por las más altas cumbres, por cortados imposibles y por las canales más inaccesibles.
El aspecto que tienen en esta época, dista del que tendrán en poco tiempo; ahora están delgados, con colores claros, parecen apagados. Comienza la abundancia y con ella llegará el lustre.
Los jóvenes que han sobrevivido al invierno, son afortunados, la mortalidad habrá rondado la mitad de la población nacida hace unos diez meses.