Salgo de trabajar, está
soleado, como algo a toda pastilla y salgo para la Playa del Arbeyal; cuando
llego, ya se ven las nubes y todo hace pensar que no dará para más de una hora
de buena luz.
Me da buenos presagios la
gaviota colocada en el viejo noray, me gusta la composición de la imagen; creo
que puede ser una Gaviota patiamarilla Larus michahellis, de primer invierno, con
las gaviotas aun soy un párvulo.
Sin perder mucho tiempo, intenté
parecer una piedra más de la escollera y allí esperé un buen rato; uno de mis
objetivos, era fotografiar a la Serreta mediana Mergus serrator; apareció de pronto y parecía distraída con sus
quehaceres. Venía en la dirección adecuada para mi posición y la luz del día la
iluminaba plenamente.
Pronto me di cuenta que la
Serreta comenzaba a trazar un semicírculo y que yo, no me parecía tanto a una
piedra de la escollera como creía.
Se nubla y la Serreta
cambia de lugar, lo seguiremos intentando otro día; en cualquier caso la he
visto actuar tranquilamente y me llevo unas fotografías interesantes.
Segundo día, hoy no como,
engullo; me coloco en la escollera y soy más piedra que nunca. Mientras espero,
se pone cerca una Bisbita Común Anthus pratensis, no pierdo la ocasión y
le hago unas fotografías.
Se pasea delante un Zampullín cuellinegro Podiceps nigricollis, ya me siento petrificado; le hago unas
cuantas fotografías y ni respiro.
Pasan los minutos, se
nubla, todas las partes de mi cuerpo que reposan contra las aristas de las
piedras están magulladas, asomo un poco la cabeza mientras intento cambiar de
posición y estirarme; las nubes son densas y lo peor, tengo a dos pescadores a
unos diez metros, por donde deberían de venir los bichos, me retiro e intento
parecer persona.
En la Playa un niño lanza
arena a las reidoras, hazaña fotografiada con el móvil por los abuelos, luego
mandaran la fotografía a todos los parientes y amigos, para que vean que rico
es su nieto. Alguien mira incrédulo desde el agua, se trata de un Arao común Uria aalge, me coloco ostensiblemente como
fuerza de interposición y lanzo una mirada reprobatoria.
En agradecimiento el Arao
se da un paseo delante de mi, no hace ninguna posturita, solamente ofrece su
mejor perfil y le hago un buen número de fotografías, más o menos iguales.
Los ladridos insistentes de
un perro me hacen mirar para atrás, cuando me giro de nuevo, el Arao ya
está volando en la búsqueda de un lugar
con menos energúmenos.
Se posó cerca de un Alca común Alca torda, a esta fotografía le he
cortado el espacio que había en el medio, para ver a una distancia normal de
prismáticos, las diferencias entre los dos álcidos.
Y para finalizar una postura
del Arao que he visto compartir al Alca y a la Serreta.