En esas escapadas rápidas
por el embalse, me sorprenden las nubes y en ocasiones parece que quiere
envolverme la luz del ocaso. Hay muchas personas que tienen cierta
tendencia a la tristeza o la melancolía con esta luz, a mi me produce la
necesidad de contemplación de ese paisaje variable.
Cada instante es
diferente, se suceden imágenes que nunca se repiten; creo que invitan al pensamiento
errático.
Se dice que volar es la máxima expresión de libertad que la
persona pueda imaginar, ante el cielo que muestra la fotografía ¿qué pensará esa
figura solitaria?; es cierto que no ha llegado a la ausencia total de límites y que la autonomía de movimientos es constreñida, aun
así, desde mi posición parece libre como un pájaro.
La tenue luz que atraviesa
algún claro, me permite disfrutar de un Ánade real Anas platyrhynchos, reposando en una roca.
Algo más lejos, un grupo que
parecen ejemplares de Porrón moñudo Aythya fuligula, se alejan por
percatarse de mi presencia.
En un prado advierto la
presencia de una hembra de Faisán común Phasianus
colchicus, tal vez procedente de alguna suelta, nunca antes los había visto
en las inmediaciones del Embalse.
El pensamiento errático no es malo, es el mejor para el fin de semana...
ResponderEliminarSi se controla puede ser incluso creativo
EliminarMe gustan esos estratocúmulos iluminados por la última luz y el ánade, apetece achucharlo.
ResponderEliminarUn saludo, Miguel.
Sigo las lecciones sobre nubes en tu blog, muy buenas. Un saludo y gracias, Belén
EliminarAfortunadamente el paisaje es variable también dentro. Así que lo que uno ve fuera puede despejar los nubarrones. Besos.
ResponderEliminarY afortunadamente no hay nubarrones eternos. Besos
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